Maku: color y vida en un telar

Los Wayuu habitan este territorio desde antes de que los cactus brotaran raíces y de que el primer chivo diera a luz, bajo la inmensidad de las estrellas. Aquí, los hombres y las mujeres Wayuu se han asentado y le han dado sentido a la dificultad del territorio, transformando la aridez del desierto por la fertilidad en el pensamiento que se traduce en el tejido: colorido, intrincado y simbólico.

Resiliencia, mística, técnicas ancestrales e innovación, le permiten a Domingo González mantener viva su memoria y la de sus ancestros

En la Ranchería Maku se vive tejiendo. Quien habita este territorio está conectado inevitablemente con este oficio, en el que tanto hombres como mujeres se juntan en torno a hilos y telares; así cobran sentido los colores y los patrones.

Es en este lugar donde Domingo González, acompañado de su familia, sin hablar mucho, cuenta lo primordial: sobre su tejido plano y el brocado, sus hijas y su enfermedad.

Él trabaja el hilo desde que era pequeño. Ya entrado en la vejez, con orgullo e ímpetu teje el brocado junto a su esposa todos los días. Así, en el oficio, le entrega su legado a sus hijas. Mientras anuda los hilos, también enlaza el pasado y el futuro: en este tejido vive la palabra de sus ancestros.

La enfermedad renal de Domingo le impide usar el telar horizontal, pues este requiere estar de pie constantemente, y sus articulaciones terminan por dolerle. 

Por ello, construyó un telar vertical, a poca altura, en torno al cual se sienta con paciencia y una sonrisa dibujada en su rostro.

Ha sorteado las dificultades que le ha impuesto su cuerpo para seguir tejiendo junto a su familia, así como su comunidad esquiva los obstáculos del entorno para seguir construyendo un relato de vida y de esperanza.

Domingo y su familia participaron en la iniciativa Causa Social Naatu de Pepsico, que en colaboración con la Fundación ACDI/VOCA LA,  aportó a  que en esta comunidad, florezca un nuevo sentido de pertenencia y apropiación de sus tradiciones a través de los hilos y los telares.

Gracias a este proyecto, los miembros de la comunidad han logrado una conjunción nueva. Retornan a sus tradiciones, al tiempo que innovan y crean un futuro mejor, con la esperanza de que a través del trabajo conjunto con los profesionales y diseñadores que los acompañan, puedan convertir su tejeduría, en el medio de vida principal de sus familias, y mostrar al mundo la riqueza de su patrimonio ancestral.

La enfermedad no ha podido evitar que Domingo esté cada vez más vivo y su relato de los lazos que lo unen con el territorio, su familia y consigo mismo cada vez más fuerte.

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