Josefa Ipuana Tiles, mujer Wayuu de la ranchería Maku en Maicao – La Guajira, es una de las 30 participantes del Proyecto de “Empoderamiento de Mujeres Indígenas Artesanas” desarrollado por la Fundación ACDI/VOCA LA en alianza con la empresa PepsiCo y el Programa de Alianzas para la Reconciliación PAR de USAID y ACDI/VOCA. Desde el inicio de su implementación en noviembre de 2018 y por un periodo de 22 meses, esta alianza fortaleció las habilidades para generar empoderamiento personal, económico y organizacional de mujeres indígenas, impulsando el emprendimiento artesanal a partir de la innovación en la comunidad de Maku.
He aprendido muchísimo, a buscar los detalles del tejido, donde está bueno, dónde está malo, he aprendido a detallar mi trabajo. Quisiera tener una tienda de artesanías, pequeña, porque hay que comenzar desde abajo
Josefa es una mujer “echada para adelante” y su vida ha transcurrido entre Colombia y Venezuela, como sucede con gran parte del pueblo Wayuu. Ella llegó a la ranchería Maku a los cuatro años cuando su familia migró de la Alta Guajira. A los 15 años se trasladó a Maracaibo (Venezuela) para tejer y vender sus productos; posteriormente, en la capital Caracas conoce al padre de sus tres hijos y se radica allí por más de 40 años. Josefa finalmente regresa a Maku para cuidar de su mamá, pero su relación con Venezuela continúa, ella dice: “añoro mi casa, añoro mi cama, añoro estar con mis hijos”.
La vocación de Josefa por el tejido inicia desde muy pequeña cuando su hermano mayor le hacía agujas de tejer crochet a partir de alambres gruesos que limaba para sacarles punta, muchos años de práctica la llevaron a convertirse en maestra artesana, sin embargo, muy en el fondo ella sabía que la calidad de su tejido podía mejorar.
La actitud de Josefa cuando se vinculó al Proyecto según sus palabras fue de “fastidio volver a renacer, pero, en lugar de hacer nada…”. A pesar de lo difícil que es el proceso de cambio, ella optó por salir de su zona de confort para ponerse en acción y reinventarse; a medida que se involucraba en el rescate de las técnicas y la co-creación de nuevos productos, Josefa evidenciaba que «muchas cosas se pueden hacer con la misma artesanía, las ideas se afloran rápidamente cuando uno recuerda eso”.
La evolución positiva de la actitud de Josefa resultó además en la vinculación de su hijo al proyecto, quien, como otros hombres que siguieron su ejemplo, cambiaron su percepción sobre las actividades que antes solo realizaban las mujeres, él comenta: “He aprendido bastante, a mí me decían que la artesanía era para mujeres y no para hombres, me interesó aprender, nada es difícil en la vida y lo logré, ahora quiero que la gente me reconozca por mi arte”.
Josefa y su hijo encontraron en este proyecto la oportunidad de cambiar su actitud y comportamientos frente a la vida y los roles de género alrededor de la tejeduría tradicional wayuu. Ella, transformando y evolucionando en la calidad y productos de su tejido, y él, construyendo su identidad a partir de un oficio que se percibía asociado a las mujeres únicamente.
Colombia es un país con una gran diversidad cultural, cuenta con 115 pueblos indígenas (DANE, 2018), y cada una de esas comunidades en sus usos y costumbres involucra la artesanía como una manifestación de su cultura material. Por ello, cobra gran valor cualquier esfuerzo que se haga hacia el rescate de técnicas, materiales y prácticas sociales, que reivindiquen la existencia, permanencia y memoria de los pueblos indígenas.